Una agente inmobiliaria apasionada por su trabajo prepara una casa vacía para la visita de unos compradores cuando se topa con un niño de siete años que no pestañea. Atrapado en este lugar desde un tiempo remoto, como un insecto en una botella de cristal, el niño espera algo de ella que ni siquiera puede formular y que acaba estableciendo entre los dos una absoluta e inquietante dependencia mutua.
En esta "novela de fantasmas sin fantasmas", Barba revela una exquisita destreza al diseccionar la intimidad humana. Acercándose al estilo del género, crea un destilado de lo mejor de su escritura realista. Llena de dobles y cruces temporales, la precisión de maquinaria emparenta esta novela con grandes clásicos del género fantástico como Henry James o Bioy Casares pero en una versión contemporánea con mucho lirismo, delicadeza y crueldad, como en la estética de Lindqvist o Shirley Jackson